miércoles, julio 12, 2006

El enemigo

Ayer me encontré con una situación a la que no estoy acostumbrado. Dí mi opinión, respetando al máximo a la otra persona, y aunque sus palabras no lo decían, noté en su mirada que me había convertido en un enemigo… Realmente la única intención de esa opinión era hacer saber que la otra persona estaba jugando a un juego muy peligroso, un juego en el que ella perdía y el resto de la gente que tiene a su alrededor también perdía… Se lo hice ver, lo entendió y buscó una forma de mejorar. Sin embargo yo entré en su juego. Me había convertido en la persona que había entrado en un lugar no permitido y, por tanto, un invasor de la privacidad. No me gusta ser enemigo, pero tampoco me gusta ver como la gente a la que aprecio se hace daño. ¿Hasta qué punto es ético convertirse en enemigo? ¿Qué precio hay que pagar por ello? No se ni su precio y tampoco si es ético, pero no creo que pudiera seguir viviendo conmigo mismo si veo una situación que únicamente está creando dolor y me quedo con los brazos cruzados. Si me he excedido, espero que me perdone y confío en que algún día pueda dejar de ser “el enemigo”.

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