miércoles, julio 12, 2006

El enemigo

Ayer me encontré con una situación a la que no estoy acostumbrado. Dí mi opinión, respetando al máximo a la otra persona, y aunque sus palabras no lo decían, noté en su mirada que me había convertido en un enemigo… Realmente la única intención de esa opinión era hacer saber que la otra persona estaba jugando a un juego muy peligroso, un juego en el que ella perdía y el resto de la gente que tiene a su alrededor también perdía… Se lo hice ver, lo entendió y buscó una forma de mejorar. Sin embargo yo entré en su juego. Me había convertido en la persona que había entrado en un lugar no permitido y, por tanto, un invasor de la privacidad. No me gusta ser enemigo, pero tampoco me gusta ver como la gente a la que aprecio se hace daño. ¿Hasta qué punto es ético convertirse en enemigo? ¿Qué precio hay que pagar por ello? No se ni su precio y tampoco si es ético, pero no creo que pudiera seguir viviendo conmigo mismo si veo una situación que únicamente está creando dolor y me quedo con los brazos cruzados. Si me he excedido, espero que me perdone y confío en que algún día pueda dejar de ser “el enemigo”.

El agua del río

Piensas en una mesa y todas son más o menos iguales. Tienen un número indeterminado de patas, tienen un tablero en la parte superior cuya función principal es la de soportar las cosas que se dejan encima…Es eso, una mesa… Y todas son iguales. Esto pasa con las plantas, con los árboles, con cualquier cosa que sea susceptible de recibir un nombre común. Por desgracia, los “seres humanos” también tienen un nombre común. Un nombre que nos lleva al error de generalizar, de crear una imagen inmutable de ellos. La experiencia nos demuestra que hay muchas personas diferentes y muchas veces creemos conocerlas. Mi experiencia, sin embargo, me dice que las personas son siempre diferentes. Cada día es un día diferente, con unas circunstancias diferentes, con unos problemas diferentes y con unas reacciones diferentes. Siendo todo tan distinto, ¿cómo podemos asegurar que conocemos a una persona? ¿Cuál es la clave para conocer a alguien? No creo que haya ninguna clave, pero si la ahí, seguro que pasa por intentar comprender a ese ser irrepetible dentro de una vida que cada día es diferente. La vida fluye como un río y aunque mañana el agua sea diferente, el río será el mismo.

miércoles, julio 05, 2006

Ganar o perder

Hay un tipo que me mira desde dentro del espejo por las mañanas. Hay días que le reconozco y me doy cuenta que es mi amigo, que siempre intenta hacerme feliz, que soy lo más importante de su existencia. Así son los amigos, te cuidan, te protegen y se sienten bien por ello. Otras veces es alguien completamente desconocido, alguien cuya única intención es “ganar”. El problema está en que esa vocación de salir siempre como vencedor le lleva a hacer cosas que no quiere. Lo veo en su cara, se que no está haciendo lo que quiere hacer… pero ese es el precio que hay que pagar por conseguir que pierda otro. Lo peor es que a veces, muchas veces, ese otro es el mismo. ¿Y tú? ¿Juegas a perder?